miércoles, marzo 14, 2007
viernes, marzo 03, 2006
La Libertad no tiene dueños
LA LIBERTAD NO TIENE DUEÑOS--ESCRITO POR MANUEL VAZQUEZ PORTAL
PARA LA LIBERTAD SANGRO, LUCHO, PER-VIVO
MIGUEL HERNANDEZ
Soy libre cuando pienso y cuando digo. Soy libre cuando elijo. Soy libre cuando satisfago mis necesidades. Soy libre cuando permito que los otros piensen, digan, elijan , cubran sus necesidades. Soy libre cuando no temo que los demás sean libres.
La libertad es total o no lo es. No tiene otro nombre que libertad. La libertad nace cuando nadie es su padre o su dueño. Cuando nadie la encarrila por estrecha línea. Cuando ningún discurso se torna dogma. Cuando toda palabra es respetada y debatable. Cuando lo sagrado es sólo la libertad. Cuando todos respetan la ajena y defienden la propia.
Los que temen al riesgo de que los demás sean libres tienen almas de tirano. Los que en nombre de la libertad la Norman, la esquematizan, la distribuyen, la categorizan como arcaicos patriacars, reyes de antaño, no son héroes, son feroces depredadores devorando las entrañas mismas de las naciones.
Es candoroso cuando no cobarde pensar que se es libre donde no sea permitido equivocarse. Elegir el pensamiento, la palabra, la acción es un derecho que, por muy azaroso, incierto, que resulte, pertenece al individuo. Permitir que cada individuo corra el riesgo de los errores o aciertos que le cortresponden a su elección es darle paso a la libertad. Establecer como única verdad, como única opción, aquello que a nivel individual hemos elegido, es clausurar caminos, crecenan alas, esclavizar espíritus, matar la libertad.
Para que un pueblo sea libre es imprescindible que cada individuo lo sea. Si la palabra de alguien es verdad inspelable ese pueblo no es libre. Si la palabra de alguien es desoida,coartada, reprimida, castigada, ese pueblo no es libre. Sólo son libres los pueblos donde el pensamiento y su expresión honran al individuo. Los pueblos que piensan o hablan a escondidas crean individuos hipócritas que no merecen ser respetados. Los que por miedo o conveniencia callan su pensamiento merecen al sátrapa que los silencia. Que no se llamen libres aquéllos que aceptan verdades impuestas por no arriesgarse a enarbolar la suya. Que no se llamen libres los que admiten que otra libertad relegue o aplaste la de su pensamiento. Que no se llamen libres los incapaces de elegir. La elección supone renuncia y peligro. Ese albur engrandece la individualidad, ennoblece la sociedad.
Una sociedad noble es aquélla que tolera la existencia de todas las verdades y todas las elecciones. Lo que nos parezca errado no tenemos por qué aceptarlo ni por qué eliminarlo, sólo debemos aprender a convivir con ello. La multiplicidad del universo es lo que verifica su unicidad.
Aprendamos del universo donde conviven todas las variedades sin que nunca a o se rompa su armonía. No es más bondadoso quien cree , en nombre de la armonía, que debe alcanzarse la homogeneidad. En la conquista de la heterogeneidad armónica radical la verdadera bondad. Y la libertad require de esa bondad.
En la libertad es que el individuo puede mostrar su apego a la bondad o la maldad, porque tiene la posibilidad de elegir. Cuando a una comunidad se le conduce, como a manso ganado, por un sendero único,aprende las ventajas de seguir el cencerro, el cinismo solapa el pensamienttoy la actitud, y entonces no logramos diferenciar.
El individuo se manifiesta plenamente sólo cuando es libre. Logramos conocerlo sólo cuando es libre. El intolerante no llega a conocer a los demás. En su narcisismo autocrático asimila solamente a quienes lo toman como paradigma, acatan sus verdades y piropean sus aciertos. Esos son los dictadores y no llegan nunca a conocer a sus pueblos. Pueblos que los sirven, pero se buelan; pueblos que los siguen, pero los traicionan; pueblos que los aplauden, pero no los aman.
Se alcanzarán pueblos sinceros cuando desaparezcan quienes les prohiban elegir. Se alcanzarán pueblos bondadosos cuando desaparezcan quienes les prohiban expresarse. Tendermos pueblos libres cuando desaparezcan los que prohiben las verdades ajenas. La libertad no tiene dueños y admite todas las libertades. La libertad es justa cuando todos gozan de ella. Y ésa es la única justicia verdadera. Para que impere la justicia ha de imperar primero la libertad. Así las leyes nacerán de la convocatoria de todos y del acatamiento de todos. Las leyes más respetables surgirán de los pueblos más libres, aquéllos en que nadie esconda su pensamiento ni acalle su palabra, aquéllos en que elegir no sea un crimen, aquéllos en que no se abomine la satisfacción de las necesidades del cuerpo y del alma.
Miami, FL USA
"Sumar... sumar... sumar... y multiplicar...
nunca restar y menos dividir" - Lopez-Neira
"Los deseos de nuestra vida forman una cadena a
cuyos eslabones son las esperanzas" - Seneca
martes, enero 24, 2006
Cuba 104 entre Esperanza y Amargura
Cuba 104 entre Esperanza y Amargura
Raúl Soroa
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Los cubanos que redescubren la historia de Cuba, sobre todo la anterior a 1959 -la verdadera historia, no el catecismo político que desde la escuela primaria se enseña- comienzan a sospechar que han sido víctimas de una gran estafa. El proceso es lento, y siempre traumático.
Algunos reaccionan positivamente ante el velo que se rasga, y se convierten en promotores de esa historia, divulgadores de la verdad oculta. Otros sufren el desencanto de ver que han sacrificado sus vidas a una gran farsa, escogen el camino de la huída o se convierten en individualistas redomados o se dedican a rumiar su frustración.
No pocos prefieren cerrar los ojos. Es duro verse a sí mismo en ese espejo negro que nos devuelve nuestra imagen, muchas veces tan deformada que nos recuerda a los monstruos que pintara Goya.
Es que no es nada grato descubrir que se ha servido en el lugar equivocado, que se ha sido cómplice de un gran engaño. Debe de ser muy duro para los que portaron armas y dispararon contra sus hermanos en defensa de una mentira. Debe de ser un despertar doloroso saber que se encontraban del lado errado de la cerca, que se fue injusto, que se hicieron cosas terribles en nombre de un sueño que era en verdad una pesadilla. Despertar de esa alucinación y encontrarse de golpe en el mundo real no lo asimila con facilidad todo el mundo.
No pocos prefieren cerrar los ojos, y se niegan a ver. Es más fácil servir al Diablo que negarlo. Otros se agarran a verdades a medias, a recursos manidos, a verdaderos clavos ardientes para negar una y otra vez la existencia del engaño.
No se trata de ir entonces por las calles vociferando culpas. No se trata de flagelarse y gritar arrepentimientos. Se trata únicamente de mirar de frente, de buscar, de analizar, de intentar descubrirnos a nosotros mismos en medio de esa maraña de tergiversaciones, de falsedades y de cosas ciertas. Se trata de recuperar la esperanza, y con la paciencia y humildad de los primeros cristianos transmitir nuestra verdad encontrada al vecino, al hermano, al padre, al hijo, llevarles la confianza.
No siempre se es bien recibido. La verdad lleva a la cruz, al calvario. Decirle al hombre que ha mentido, que ha vivido en el engaño, despierta odio al mensajero. ¿Qué dice usted? ¿Qué todo es mentira?
El que golpeó, el que mató, el que humilló, el que torturó, no le va a perdonar que ande por ahí diciendo esas cosas. El que desfiló, el que aplaudió, el que levantó la mano, el que desde las gradas apuntó con el pulgar al suelo a una señal del César, se va a sentir muy mal con lo que usted dice, le va a odiar. El que hizo silencio, el que volvió el rostro, el que cerró las persianas, el que negó tres veces y hasta cien veces, va a sentir vergüenza.
Algunos de ésos, sobre todo los del primer grupo, atizarán el odio, lanzarán las turbas, mentirán, se desgañitarán tratando de ahogar la voz que les señala, no para clamar justicia, todavía no, eso vendrá después. Para que la verdad no se sepa, tratarán de ocultar esa voz a como dé lugar.
Pero muchos sienten vergüenza, y despacio, poco a poco, primero desde lejos, después más cerca, le acompañarán. Transcurrirá todavía un tiempo antes de que marchen a su lado, pero tarde o temprano marcarán con usted el paso.
Hay timoratos que le seguirán de lejos. No importa, la verdad se construye también con ellos. Basta ya de héroes mitológicos. No les excluyamos, pero nos sentiremos mejor, nos irá mejor cuando dejemos a un lado esa mentalidad de guerreros faraónicos.
Dos fortalezas tiene el totalitarismo castrista: la complicidad y la desinformación. Sobre esos pilares se ha sostenido. Hay otras pilastras, pero éstas constituyen parte esencial de su estructura.
Controlar la información, manipular, convertir a todos y cada uno de sus súbditos en cómplices, en guardianes de sí mismos. Esa es la base subjetiva que sostiene la dictadura.
El arma que más temen es la información. Muchos se preguntan hoy si, en medio de un control absoluto de los medios de comunicación, once mil cubanos firmaron en un primer momento el Proyecto Varela qué habría sucedido si Oswaldo Payá y los suyos hubieran contado al menos con un programa radial o un periódico.
¿Por qué gastan enormes recursos humanos y materiales en impedir que el pueblo pueda ver o escuchar Radio y TV Martí?
¿Por qué persiguen con tanta saña a los periodistas independientes? ¿Por qué les encarcelan? ¿Por qué dedican incontables recursos a difamar a esa prensa que escapa a su control?
¿Por qué persiguen a los bibliotecarios independientes? ¿Por qué cierran las bibliotecas independientes? ¿Por qué censuran los libros?
Cuando ese cubano, usted, yo, aquél, cualquiera de ésos que en un 80% no ha conocido otra cosa que este sistema, descubre un día, a través de la prensa, de la TV clandestina, a través de libros que adquiere de un amigo o recibe en préstamo de una biblioteca independiente, la otra historia, la otra cara oculta durante todos estos años, la primera sensación es de amargura. Uno siente una profunda decepción, descubre que le han estafado de la peor manera, que le han robado un pedazo de su vida. Después, en muchos casos, le invade una gran sed de conocimiento, y se dedica a buscar, a investigar.
El cambio es brusco, los enemigos de ayer ya no lo son más. Al ídolo de barro y similor le sustituye una nueva fe. Patria es mucho más que un hombre, más que un nombre. La patria no cabe en una consigna ni en un discurso.
Lo más difícil es vencer al odio. Al hombre engañado le tienta el odio, el deseo de venganza. No hay furia mayor que la que siente el ser humano cuando descubre que ha sido burlado. Vencer al odio es un reto, el reto mayor. Nadie odia más al verdugo que su cómplice cuando éste acierta un día en la auténtica naturaleza del que porta el hacha.
Un día descubre que no está solo, recupera a la familia que se fue, a esa cultura política que marchó a la diáspora, redescubre tradiciones, se siente parte de algo que no comienza en 1959, sino muchos siglos antes, y poco a poco se descorre el velo. Entonces, a la amargura le sustituye la esperanza.
José Martí
no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados,
sino el escandaloso silencio de las buenas personas.”
Martín Luther
miércoles, enero 18, 2006
El totalitarismo cubano: El rey desnudo
La amistad es siempre una dulce responsabilidad; nunca una oportunidad."
K.Gibran
1) El totalitarismo cubano: El rey desnudo
Raúl Soroa
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Los defensores a priori del sistema cubano se molestan, les duele, que la anciana matrona del totalitarismo tercermundista quede desnuda ante los ojos del mundo.
Lo siento, no es cuestión de que un periodista, un articulista o un escritor les muestre las carnes flácidas de su querida ama, como en el cuento del rey desnudo. Señores, sólo hay que mirar, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Claro, también abundan los ciegos bien pagados que no sólo no quieren ver, sino que no pueden.
Les molesta que la vean desnuda. Me alegro. ¿Qué el sistema totalitario que rige los destinos de la Isla se parece al nazismo? Sí, señores, hay una sola diferencia: el nazismo preconizaba la superioridad de una raza, el totalitarismo marxistoide y sus variantes defienden la superioridad de una clase. Y ya ni eso, señores proxenetas, defiende los privilegios de un grupo, de una élite, que ya no es ni obrera ni proletaria, es una élite cortesana temblorosa de los caprichos del déspota Máximo Jefe.
La dictadura totalitaria cubana, militarista, bajo el control de un líder absoluto y no de un partido, ha superado la noción soviética de lealtad incondicional al líder, y ha alcanzado refinamientos tremendos.
Cualquier análisis histórico del humanismo moderno debe partir del Auschwitz y Kolimá. Esa mentalidad de exclusión del otro, de olvido de todo lo humano, debe ser la base de todo razonamiento serio de la historia de las sociedades totalitarias.
Cuba tuvo su Kolimá en los campos de Camagüey, su Dalstroi bien cerca de todos, en la Cabaña. No puedo dejar de sentir horror al recordar cómo nos sentábamos de niños, en el balcón de mi edificio, a escuchar el famoso cañonazo de las nueve. Horror porque en nuestra ignorancia infantil desconocíamos que al mismo tiempo, y ocultos por el fragor del cañón, disparaban los fusiles que a esa hora día tras día cegaban la vida de nuestros compatriotas en la fortaleza de la Cabaña, en la propia entrada de la bahía de La Habana.
Si analizamos los métodos aplicados a los cautivos de los campos en la URSS, Bulgaria, Rumania, Corea del Norte, China, Kampuchea, Alemania Nazi, etc., veremos que el fin de esos centros es destruir al ser humano, degradándolo como hombre, convirtiéndolo en nada, negando su relación natural con el otro. En los campos soviéticos, a los individuos que habían alcanzado el máximo estado de desnutrición, tan severo que ya no se cuidaban, personas en un estado tal de enajenación más allá del terror, de las humillaciones, que habían perdido su dignidad humana, se les conocía por el hombre de "dojodiagi" (los alcanzados). Habían alcanzado el socialismo.
El único fin del hombre prisionero en los campos es sobrevivir a toda costa. La tarea más apremiante de un individuo en un sistema totalitario es sobrevivir a como dé lugar. Lo demás está supeditado a eso.
El estado totalitario trabaja activamente para lograr la desintegración de la personalidad del individuo, obligar a todos a participar en ritos, hacer saludos, cantar canciones, gritar consignas, vestir de cierta forma, denunciar a su vecino, a su colega más cercano, a su familia. Destruye el ego.
En estas condiciones, es común la aparición del pensamiento clown. "Si me rebajo haciendo el payaso me van a dejar en paz". Pero esa conducta no da resultados. Otra forma de pensar es la del optimista, que cree que alguien va a aparecer y rectificar la injusticia cometida sobre su persona. "Yo no he hecho nada mal, pronto se darán cuenta del error. si el líder supiera". Está el pensamiento de fuga, el deseo de huir se convierte en obsesión. Salir a toda costa, escapar. La imposibilidad de hacerlo hace caer al individuo, primero, en un estado de desesperación que le lleva a intentar las más arriesgadas acciones. ¿Quién en su sano juicio se lanzaría con su familia a atravesar el Estrecho de la Florida infestado de tiburones? El fracaso lleva a la depresión, al suicidio o a la abulia absoluta.
El método de proceder poco a poco, paso a paso, a someter al individuo a cada vez más humillaciones -humillaciones que a veces nos parecen inofensivas, ni nos percatamos y las aceptamos como parte de las reglas de supervivencia. El fin es que el hombre comience a interiorizar una imagen negativa de sí mismo. Una vez logrado esto, es fácil derribar lo que queda de su autoestima.
En Cuba -y ésta es una regularidad de los sistemas totalitarios- para sobrevivir psíquicamente uno ser dice que lo que muestra hacia fuera no es el verdadero yo, es sólo una máscara, que uno es el individuo real solo ante sí mismo. De esta forma nos convertimos de hecho en nuestros propios guardianes.
El súbdito totalitario termina creyendo que el líder piensa por todos, y desiste de la responsabilidad personal por sus actos. La aceptación de la fragmentación entre la vida pública y privada convierte al individuo en dependiente del Estado, y le transforma en cómplice. En Cuba, cuando cese el sistema, esos individuos se considerarán víctimas, y nadie admitirá haber participado en la opresión. El sentimiento de culpa se hará presente con fuerza, y costará mucho esfuerzo recuperar la autoestima. Ese síndrome de culpa ha estado vigente en otras experiencias totalitarias y en los sobrevivientes de los campos de concentración.
En Cuba han ocurrido oleadas de persecuciones sistemáticas, periódicas. Ese tipo de olas represivas busca el fin de paralizar a la sociedad. Hippies, homosexuales y lacras sociales en los 60, roqueros en los 70, escorias y friquis en los 80, mercenarios en 2003.
La sola amenaza del inicio de una ola represiva lleva a la población al silencio. Cualquier "infracción", como tener el pelo largo, los pantalones ajustados, escuchar a los Beatles, usar minifalda, podía llevarte en la Cuba de los 60 y 70 derecho a un campo de trabajos forzados, sin juicio alguno. Escuchar música en inglés, y ni siquiera eso, oír las canciones de Roberto Carlos, José Feliciano o Julio Iglesias, estuvo severamente prohibido hasta bien entrados los 80, y si te sorprendían cometiendo "semejante infracción" podías ser acusado de diversionismo ideológico. Aún recordamos las redadas en el hoy irónicamente nombrado Parque John Lennon. Los policías, casco de acero en la mano, arremetían contra los hippies que se daban cita en ese lugar, los arrastraban entre golpes de casco e insultos hasta los carros jaula, donde les cortaban el cabello y se los llevaban presos.
Sin ir tan lejos en el recuento, las brigadas de acción rápida, las turbas fanatizadas armadas de palos con puntillas, bates, cabillas, que atacan a todo aquél que comete el sacrilegio de pensar diferente, ¿a qué se parecen? ¿A quiénes se asemejan? Las turbas que en el 80 humillaron, golpearon y asesinaron en nuestras calles a los que se querían marchar del país, las historias de horror de esos días, no tienen paralelo más que con los actos nazis cometidos contra los judíos en la Europa de los años 30 al 45.
¿Y hoy? Apalean a mujeres, niños, ancianos, gritan sus feroces consignas, humillan, insultan a los familiares de los prisioneros de conciencia. Queman los textos, convierten en pulpa los libros de los escritores del patio que no son de su agrado, censuran todo tipo de literatura que pueda ser considerada ajena a su estrategia de dominación, y en el colmo del fariseísmo lo niegan, muy seriamente, frente a las cámaras de la televisión. Sí, señores, en los fondos de la Biblioteca Nacional y en otros lugares están los libros prohibidos. Lo que pasa sencillamente es que no puedes leerlos, no te los prestan ni para consultarlos en el lugar.
Los sistemas totalitarios establecen una ideología maniqueísta. Toda alteridad es oposición, y todo opositor es un enemigo a eliminar. Deshumanizan al contrario, es más fácil lanzar a la masa sobre hombres y mujeres desprovistos de imagen humana, convertidos en escorias, mercenarios, etc.
En los campos, al individuo -todos enemigos del pueblo, por supuesto- se le sometía a un constante proceso de deshumanización. En los grandes campos que constituyen los regímenes totalitarios se persigue igual fin.
El ser humano necesita justificar su violencia sobre sus congéneres. Para eso necesita en primer lugar convertirlo en no-hombre, transformar a los opositores en objetos reducidos a la categoría de escorias o gusanos, malas hierbas, piojos, etc. Esto facilita la tarea de exterminarlos. En Cuba, los enemigos son seres casi infrahumanos, éticamente inferiores, dignos del mayor desprecio. En eso quiere convertirlos el régimen para justificar la represión, para justificar las turbas de "camisas pardas" de sus brigadas de acción rápida, que golpean, humillan, hieren a mujeres, niños y ancianos inocentes. De eso se valen para justificar sus mentiras los lacayos de la prensa oficial cuando arremeten contra mujeres que sólo buscan el derecho natural de libertar a sus hijos y esposos, prisioneros injustamente, sólo por pensar diferente,.
Señores ciegos, el rey está desnudo. En Cuba se encarcela a los periodistas por ser periodistas con vergüenza, por decir la verdad, la de cada quien, no importa si se está equivocado o no. Nadie les paga, eso es una burda mentira. Vengan y miren cómo viven. La talla moral de esos hombres supera con creces la de sus verdugos.
Por pensar, en Cuba los hombres se pudren en cárceles miserables, dignas de la Inquisición. En Cuba se fusila, se humilla, se oprime. En Cuba un hombre decide qué usted come, qué ropa viste, qué cine ve, qué libros lee, qué estudia, en qué trabaja, qué se puede decir. En Cuba, un hombre es dueño de la vida y la muerte de sus súbditos. Nunca un monarca absoluto gozó de tal poder.
Señores -o debo decir "compañeros"- proxenetas y cortesanos, el Rey está desnudo. La vieja dama muestra sus arrugas, su flacidez enfermiza. No agrego más nada. Vengan y miren. Y, como dice uno de sus más afamados alabarderos, saque usted sus propias conclusiones.
lunes, enero 09, 2006
Las Cabañitas ( Uno de los tantos tristes episodios que ha sufrido el cubano)
Posted on Sun, Jan. 08, 2006
Las Cabañitas: un infierno cubano
GERARDO REYES
El Nuevo Herald
A Nelson Rodríguez Diéguez le ofrecieron sus verdugos la posibilidad de rezar un Padrenuestro antes de morir ahorcado con una soga al cuello.
''Si crees en Dios, en ése que tú crees, reza para que te salves'', recuerda que le dijo uno de los guardias.
El agente de Seguridad del Estado comenzó dos veces la oración para que la víctima lo secundara, pero Rodríguez decidió adelantar su muerte y se lanzó de la silla a la que lo habían subido desnudo con un capuchón en la cabeza.
El prisionero político de 22 años cayó en el piso y supo que estaba vivo porque en el golpe se arrancó de raíz una uña del pie y escuchó las carcajadas de los guardias. La soga no había sido atada en el otro extremo.
''Me zumbé porque yo sabía que si me tiraba me mataba de un viaje'', explicó Rodríguez. ``Yo me tiré para ahorcarme rápido, me caí y se me cayó una uña. Me sacaron, yo iba regando sangre. Uno no piensa nada cuando lo van a matar, uno queda en blanco''.
La broma siniestra, al mejor estilo de la prisión iraquí de Abu Ghraib, según Rodríguez, ocurrió en Cuba en 1962 y fue sólo uno de varios sistemas que la inteligencia cubana utilizaba para doblegar emocionalmente a los enemigos de la revolución naciente.
Durante 120 días, Rodríguez fue uno de los inquilinos forzados de Las Cabañitas, o el Punto X, como se conocía una casona de campo situada probablemente a unos 10 kilómetros de La Habana que fue convertida por la Seguridad del Estado en una industriosa estación de violentos interrogatorios.
Cada habitación, cada cochiquera, cada caballeriza, el sótano, la piscina y hasta el aljibe, toda la hacienda que un día perteneció a una familia acomodada, fue transformada en una prisión de reblandecimiento sicológico y sistemático de los detenidos, explicaron a El Nuevo Herald algunos de los que estuvieron detenidos allí.
Lo que ocurrió en este lugar, según ellos, es un episodio olvidado de la historia tantas veces descreída e ignorada de la tortura en Cuba en los albores del triunfo de la revolución.
La tortura en la isla era refinadamente sicológica, invisible, aunque su secuela de turbación es similar a cualquier descarga eléctrica, dijeron.
''Era tortura sin sangre'', explicó Enrique Cepero, odontólogo de Miami, quien fue interrogado en este lugar acusado de recibir armas de Estados Unidos para el Movimiento de Recuperación Revolucionario (MRR).
Algunos de los prisioneros narraron cómo fueron sometidos a otras ejecuciones falsas y a un régimen de frío, hambre y terror en el que perdieron la noción del tiempo. Sus interrogadores buscaban desesperadamente los nombres de los compañeros de conspiración y las conexiones con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), patrocinadora de algunas de sus operaciones.
Otro de los peores momentos de su estadía en Las Cabañitas, recordó Rodríguez, fue el día en que a los guardias se les ocurrió descolgarlo con un soga hacia la profundidad del aljibe de la finca con la advertencia de que en el fondo había un pozo de pirañas.
La angustia, explicó, no sólo era lo que podría encontrar al final, sino que a mitad del recorrido se quedó sin aire. A los pocos minutos, cuando temían que podría desfallecer, los guardias lo halaron a la boca del aljibe.
Durante sus 47 años en el poder, Fidel Castro ha insistido en que en Cuba jamás ha habido una sola víctima de tortura y ha retado al mundo a que encuentre la más mínima evidencia del fenómeno. En diciembre del 2004, ordenó instalar una enorme valla frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana con fotografías de las torturas en Abu Ghraib y la palabra ''Fascistas'' en un extremo.
''¿Quién de nosotros, quién de ustedes, cuál de nuestros compatriotas admitiría tranquilamente la historia de un solo ciudadano torturado, a pesar de los miles de actos de barbarie y de terrorismo cometidos contra nuestro pueblo?'', preguntó Castro en noviembre del año pasado en la celebración del 60mo. aniversario de su ingreso a la Universidad de La Habana.
La respuesta está a este lado del mar Caribe. Los cubanos entrevistados consideran que el tratamiento que recibieron en las prisiones cubanas fue mucho más brutal y despiadado que el régimen de Abu Ghraib.
''Ojalá me hubieran torturado como a los presos de Abu Ghraib poniéndome un blumer en la cabeza'', comentó Laureano Pequeño, otro de los presos de Las Cabañitas.
De un promedio de 65 años, los ex prisioneros son parte de una generación de universitarios que lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista y años más tarde, desilusionados con Castro, decidieron conspirar contra el régimen.
Casi todos eran muchachos ''bitongos'' -- de familias acomodadas -- inmaduros políticamente pero con una gran sensibilidad ante la injusticia.
A finales de 1961, el grupo fue infiltrado. Uno por uno cayó arrestado. Después de cumplir de 10 a 15 años de prisión, y gracias a un acercamiento con el gobierno de Castro promovido por el presidente Jimmy Carter, varios salieron hacia Estados Unidos donde creen que viven también quienes los delataron.
Los ex prisioneros, pertenecientes al Directorio Estudiantil Revolucionario (DER) y al Movimiento 30 de Noviembre, relataron a El Nuevo Herald, paso a paso, el procedimiento al que fueron sometidos por lo menos 45 de su grupo en Las Cabañitas, cuando la revolución no tenía más de tres años.
El viaje comenzaba generalmente en Quinta y Catorce, entonces sede de la Seguridad del Estado (G2), en La Habana, donde eran puestos en un jeep con los pies de sus captores sobre la espalda, bocabajo, y los ojos vendados.
En el camino los guardias se encargaban de recordarles que casi nadie regresaba vivo de Las Cabañitas.
Alrededor de 20 minutos más tarde llegaban a una casa intermedia de una zona semirrural, de donde eran transferidos a un camión de la Lechería Punta Brava o a una furgoneta que finalmente los transportaba al Punto X. Cuatro décadas después, para algunos de lo prisioneros el tintineo de las cantinas de leche cuando golpeaban unas con otras por el camino hacia la finca, suena hoy a campanazos de sepelio.
Nadie sabe a ciencia cierta dónde estaba situado el lugar. Podría ser en algún paraje del municipio de Wajay, a unas 10 millas de La Habana, cree Juan Valdés de Armas, ex miembro del ejecutivo del DER interrogado en Las Cabañitas.
Algunos de ellos coinciden en que muy cerca pasaba un ferrocarril, quizás el que llevaba caña al Central Toledo. Valdés cree saber dónde estaba la finca porque un día, ya libre, tuvo que pintarla, y Cepero sospecha de su ubicación porque varias veces desde su celda escuchó el claxon con notas musicales de un jeep de un amigo que tenía una hacienda en la zona.
Al llegar los desnudaban -- aunque a algunos los dejaban en calzoncillos o les entregaban un overall -- y los confinaban a los cuartos de la hacienda, incluyendo un par de construcciones situadas frente a la piscina y llamadas ''las burguesitas'' por los guardias.
En Las Cabañitas, cuyo diminutivo siempre les pareció un chiste cruel, los esperaba un equipo de interrogadores y dos perros rabiosos. Uno de los perros se llamaba Atila y a uno de los interrogadores le decían Venturita, en memoria de uno de los más sanguinarios torturadores del régimen de Fulgencio Batista.
''La luz del bombillo de la habitación jamás era apagada'', recuerda Raoul Cay Gispert, quien estuvo preso en el lugar con su padre, Raoul Cay Hernández.
''Tenías que dormir desnudo sobre un piso mojado, que alguien mojaba porque el agua no caía del techo'' agregó.
Cay Gispert, quien militaba en el ejecutivo del DER, explicó que a los pocos días de llegar al lugar se perdía la noción del tiempo. Las ventanas estaban cubiertas con láminas de madera y las comidas eran servidas en horarios imposibles de prever.
''Un día te daban el desayuno y una hora después el almuerzo y a las tres la comida, y al día siguiente te daban sólo una comida'' explicó Cay Gispert. ``Cada comida cabía en el cuenco de la mano''.
Según el dentista Cepero, no eran más de 700 calorías al día, lo mínimo para sobrevivir.
Cay Gispert fue un entusiasta defensor de la revolución de Castro. Al lado de sus mejores amigos, los hermanos gemelos Tony y Patricio de la Guardia, este último oficial del G2, conoció a los grandes líderes del gobierno revolucionario y sacó provecho de un cómodo empleo como inspector del ayuntamiento de La Habana. Cay Gispert, entrenador de remo, vivía en la misma casa con los gemelos.
Pero un día los ideales se le derrumbaron, relata. Un ahijado de su padre, quien había sido ''casquito'' [soldado] de Batista le mostró las marcas que le dejaron en el cuello ''gente de la Seguridad'' con un soga que le pusieron para levantarlo poco a poco hasta dejarlo al borde de la asfixia en un procedimiento que repitieron varias veces.
''Yo no podía creer eso. El hombre nuevo de la revolución no tortura'', dijo.
Otras injusticias lo convencieron para empezar a conspirar en 1961 con el DER.
El salón de interrogatorios de Las Cabañitas estaba en el segundo piso de la construcción. Desnudo, frente a la pared y al lado de una camilla de enfermería, el preso era sometido a largos interrogatorios hechos por personas que parecían tener entrenamiento en el oficio.
Rodríguez, quien militaba en el Movimiento 30 de Noviembre, sostiene que en ese lugar le pusieron bloques de hielo en la espalda y lo interrogaban con los brazos hacia arriba.
''Un día perdí el conocimiento, caí de frente al piso porque no resistía más estar con los brazos arriba ni más interrogatorios'', dijo Rodríguez.
En el sótano de la finca, cuyo piso estaba inundado, los guardias instalaron un poderoso aire acondicionado. El lugar alcanzaba temperaturas de congelamiento. Allí fueron enviados varios prisioneros.
''Fue tal vez lo peor para mí'', dijo uno de los ex presos que pidió no ser identificado. ``En el punto en el que ya me privaba por el frío, apagaban el aparato y cuando ya recuperaba la conciencia volvían a prenderlo''.
Pequeño tuvo una experiencia similar.
Cuando los interrogadores perdían la paciencia por el silencio del detenido, afirma Cepero, 'sacaban sus pistolas `estrellas rojas', que eran las que le daban a los oficiales de más alta graduación y te la ponían al frente y gritaban que te iban a matar ahí''.
A menudo las latas que les entregaban para orinar no eran suficientes y los presos debían orinar en el piso de la celda sobre el cual tenían que dormir. A defecar los llevaban encapuchados. En el trayecto era común que los guardias gritaran repentinamente que los perros estaban allí sueltos y podían atacar.
''Y uno desnudo, con la cabeza cubierta, se detenía, quedaba congelado mientras sentía a los perros gruñendo y respirándole por las costillas'', relató Pequeño.
''Yo te digo que las torturas más horrorosas que tú te puedes imaginar son las que hicieron ellos y sin embargo no te dieron ni un puñetazo ni un trancazo con un palo'', agregó Rodríguez.
``A usted lo tienen en un lugar así, desnudo permanentemente y durmiendo sobre un piso húmedo, más de 50 días. Era piso pelado, tienes sed permanentemente, tienes hambre, tienes frío permanentemente y te interrogan día y noche, y te hacen simulacros de muerte. ¿Quieres más tortura que eso?''
miércoles, diciembre 21, 2005
La Legion del Regreso (Agustin Tamargo)
LA LEGIÓN DEL REGRESO
(Agustin Tamargo)
Salen de una isla pequeña y se han diseminado por toda la tierra grande.
Uno, es profesor en una universidad de Australia; otro, abrió en Alaska un
restaurante. Nada los arredra, ni el frío ni el calor. Los seduce el trópico
de la Florida pero soportan igualmente a pie firme los hielos de Boston y
Nueva York. No mendigan: trabajan. Los que allá eran pobres, aquí son ricos.
Los que allá eran medio pelo, aquí son pelo y medio. Ningún obstáculo sujeta
su laboriosidad beligerante si la oferta es digna. Uno es rector de la
Universidad; otro, maquilla muertos. Cambian, pero en la superficie. En
Miami, siguen jugando bolita, peleando gallos escondidos y enviando los
hijos a la escuela privada. En Madrid, están contra José Luis Rodríguez
Zapatero y en Caracas, contra Hugo Chávez. Siempre en la oposición. Se les
critica y se les envidia pero en el fondo se les admira. Gallegos por el
trabajo y judíos por la voluntad de sobrevivir constituyen una legión
empecinada que no se deje ignorar.
Traen la música calurosa, el ruido, los frijoles negros y la palomilla con
moros y maduros. Pero traen sobre todo la simpatía, la cordialidad y la
laboriosidad.
¿Quiénes son? Son los cubanos del destierro, la única población mundial
trasplantada que (salvo los hebreos) en un tercio de siglo no ha perdido su
identidad. Los que admiraban a Cuba desde lejos como ejemplo supremo de
pujanza latinoamericana, los que veian a Cuba como un milagro étnico y
cultural donde todo parecía un relajo pero todo funcionaba bien, ya no
tienen que ir a Cuba para conocerla. Aquí la tienen. Esta es Cuba. Estos son
los cubanos. Exagerados, fanfarrones, ruidosos, sí. Pero también vitales,
intensos y profundamente creadores.
Qué no han hecho en estos 46 años los cubanos del destierro para sobrevivir
con dignidad? ¿Qué actividad manual o intelectual no han ensayado, en éste o
en aquel país, por complicada que pareciera, para no quedarse detrás, para
no dejarse discriminar?. En algunas de esas actividades han llegado tan
lejos que superan a emigraciones que los precedieron por cerca de medio
siglo. No hay hospital en Estados Unidos donde no haya hoy un médico cubano.
No hay periódico donde no haya un periodista cubano, ni banco donde no haya
un banquero cubano, ni publicitaria donde no haya un publicitario cubano, ni
escuela donde no haya un maestro cubano, ni universidad donde no haya un
profesor cubano, ni comercio donde no haya un manager cubano. En las Grandes
Ligas del béisbol el nombre de más color y brillo es el de un cubano. En
Madrid, hasta hace poco, el primer poeta latinoamericano era un negro
cubano. En la Coca Cola, el presidente fue un cubano. Hasta en el Congreso
de Washington se sientan tres representantes y dos senadores. En las tierras
prestadas el extranjero parece llevar siempre en la frente la marca del
sitio de donde viene. Los cubanos llevan a Cuba. Pero la enaltecen y la
honran, porque además de en la frente la llevan en el corazón.
Pero hay algo en el desterrado cubano, a mi juicio, superior aún a esa
actividad profesional triunfante. Y es su odio al despotismo del que huye,
su amor a la tierra que dejó. Eso lo separa y lo define. Eso da a sus
triunfos en medio del desarraigo, una grandeza que de otro modo no tendría.
¿Por qué, preguntan algunos, no se acaban de quedar tranquilos los exiliados
cubanos? ¿Por qué no aceptan de una vez que perdieron la batalla, que Castro
les ganó, y que con los medios de que disponen nunca podrán vencer a la
tiranía? ¿Por qué no acaban de afincarse definitivamente en estas tierras
hospitalarias que los han acogido y donde viven en lo material muchas veces
mejor que como vivían allá?.
Los que preguntan no conocen a los cubanos. El cubano sabe esto: aún
teniéndolo todo, si le falta Cuba, no tiene nada. Sabe más todavía. Sabe que
esa prosperidad de que disfruta, lejos de su isla hambreada y aterrada, es
en cierto modo una forma de traición. Por eso, si se mira bien, se verá que
a veces parece que el cubano ríe, pero en realidad está llorando. Le nace el
hijo, le crece, se le gradúa en la Universidad, pero el cubano suspira: ¡Ah,
si estuviera en Cuba! Compra una casa, su auto, o su lancha, y sigue
suspirando: ¡Ah, si los tuviera en Cuba! De una manera misteriosa, que no
puede definir, hay un vínculo con aquello que tira de él hacia allá. Ahora
que la perdió sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña de noche, y le
agiganta los valores, y la embellece y la idealiza, y se culpa de no haberla
entendido mejor, y la recrea en sus cantos y bailes, y la revive en sus
historias, en sus costumbres y en sus comidas. ¿Por qué compran hoy los
cubanos más libros cubanos que nunca?¿Por qué tienen sus casas, sus negocios
y sus oficinas, llenas de palmas, de banderas, de escudos y de retratos de
Martí? ¿Por qué escarban en la Historia?¿Por qué redescubren a Guiteras
y adquieren viejas colecciones de Bohemia? ¿Por qué se reúnen en los
municipios borrando antiguos antagonismos de partido o clase? Porque el
cubano sabe que lo único auténticamente suyo es Cuba y que a ella tiene
fatalmente que regresar.
Ahora la tiranía castrista anda en sus estertores finales, se ve claramente
que el cubano se ha estado preparando siempre, aunque no lo supiera, solo
para esto: para el momento del regreso. No hablan de otra cosa. No les
importa que les digan que todo lo que dejara la tiranía es hambre y ruina.
No les preocupa que le devuelvan la residencia o el negocio, si lo tenían.
No admiten que el rescoldo de odio que deja el comunismo acaso los quemara.
Lo único que desean es volver. La casa donde nació está derruida, al pueblo
se lo han puesto desconocido, la madre ha muerto. Pero no importa. El
exiliado quiere de todos modos a esa casa, a ese pueblo y a esa tumba. La
Patria empieza ahí. En el exilio tropezó, erró, y se equivocó, pero está
salvado también porque en el fondo de su ser nunca traicionó a Cuba. Barco,
avión o balsa, no lo sé. Pero el abrazo está próximo.
A los que les molesta a veces el llamado predominio cubano en Miami yo les
digo: Paciencia, ya falta poco. Aquí va a haber muy pronto para ustedes
miles de puestos vacantes y de casas vacías. ¡Y qué les aproveche!
miércoles, diciembre 14, 2005
Frente a los repugnantes abusos contra familiares de presos políticos
DECLARACIÓN DEL MOVIMIENTO CRISTIANO LIBERACIÓN.
FRENTE A LOS REPUGNANTES ABUSOS ORDENADOS DESDE LA HABANA CONTRA MUJERES FAMILIARES DE PRESOS POLÍTICOS EN SANTIAGO DE CUBA
El día 6 de Diciembre los Comités de Defensa de la Revolución en Palmarito del Cauto, provincia de Santiago de Cuba, convocaron a un acto de repudio contra la casa de Amelia García, de 62 años, madre de los prisioneros políticos José Daniel y Luis Enrique Ferrer García. Este acto de repudio también iba dirigido contra su hija
Como la mayoría de los vecinos se negó a participar en este acto de repudio, la presidenta del CDR Nora Vaillant y otros dirigentes de mayor nivel, entre éstos un tal Sablón, de la Dirección del Municipio Mella, convocaron a una reunión el día 7 de diciembre. En ésta, amenazaron a los vecinos con acusarlos de contrarrevolucionarios y atacar a quienes no participaran en la agresión contra estas mujeres.
Según dijo uno de estos dirigentes, había una orden dada desde La Habana de destruir y aplastar a estas mujeres a las que debía negárseles todo tipo de trato y atención. En esta misma reunión obligaron a todos a dar un paso al frente, y así lo hicieron uno a uno, en un ambiente de verdadero terror contra los propios vecinos, que entonces realizaron un acto de repudio contra la casa de Amelia.
El día 8, cerca de la media noche, tiraban un bloque de concreto con gran violencia contra la puerta de la casa, causando un gran estruendo y aterrorizando a la niña, que junto a las otras mujeres dormía en la vivienda.
El día 10 de Diciembre correspondía visita a
Estando la turba aun reunida, se acercó a ésta la señora Belka Cantillo Ramírez, esposa del prisionero José Daniel Ferrer y madre de tres niños de 8, 3 y 1 y medio años de edad. Belka se acercó, porque sin su consentimiento habían llevado a su padre de 77 años, que padece de arterioesclerosis, a participar en el acto de repudio. Belka le dice a su padre que esas acciones eran contra su yerno José Daniel, el padre de sus nietos. El anciano reaccionó golpeando a su hija e inmediatamente varias mujeres del grupo comienzan a golpear a Belka en el rostro, a arañarla y a empujarla, hasta que un hombre del poblado logra desprender a Belka del asedio de la turba y la aleja del lugar.
Cuando Amelia,
Nosotros exhortamos a la prensa internacional acreditada en Cuba a que contacte a las víctimas de estos hechos y a que acudan a Palmarito del Cauto para tener una información de primera mano sobre esta gravísima situación y puedan ofrecerla al mundo.
Cuando denunciamos el acto de repudio realizado el 27 de noviembre contra
Los hechos están demostrando que la escalada de terror y violencia no tiene límites sino que va creciendo. Parece que las autoridades cubanas no solo permiten sino que autorizan y ordenan semejantes hechos, a los que caben muchas calificaciones, pero al menos estaremos de acuerdo en que son gravísimos. Si peligrosa es la escalada del régimen, peligroso es el silencio de muchos o las tímidas reacciones de otros. Situaciones más graves que éstas solo pueden ser el derramamiento de sangre y la muerte de muchos cubanos por parte de las fuerzas represivas. De nada servirá que se levanten las voces cuando esto llegue a ocurrir.
Es asombroso que en el propio exilio cubano, el eco de nuestras voces haya sido casi apagado después de muchas denuncias nuestras. Este silenciamiento de círculos poderosos del exilio contra nuestro Movimiento y nuestro trabajo, especialmente contra el Proyecto Varela, va cerrándose más mientras crece la represión contra nosotros dentro de Cuba. Deben recordar que desde aquí, nosotros, estamos defendiendo los derechos de todos los cubanos dignamente y que la solidaridad, si es sectaria, no es solidaria.
Llamamos a todos los gobiernos y organizaciones no gubernamentales y a las personas sensibles en el mundo a que levanten su voz contra la escalada de represión y violencia que sufre el pueblo cubano.
Llamamos a todas las instituciones, al Parlamento Latinoamericano, a los miembros de la comunidad iberoamericana y a la Oficina Iberoamericana, al Parlamento Europeo y a la Comisión de la Unión Europea y a la Organización de las Naciones Unidas, a que atiendan esta situación en Cuba y llamen a las autoridades cubanas a respetar la dignidad y los derechos de sus ciudadanos.
Llamamos a todos los pastores y miembros de las iglesias protestantes y evangélicas, a los masones y miembros de otras fraternidades, a los obispos, sacerdotes, personas consagradas y miembros de la Iglesia Católica, dentro de Cuba, a que no permanezcan en silencio y levanten su voz en defensa de la paz y los derechos del pueblo cubano. Mejor ahora que antes de mayores males.
Todas las personas que participan del poder en Cuba son responsables de estos actos contra el pueblo y de sus consecuencias. El espíritu de reconciliación que sostenemos no debe ser interpretado como una carta de impunidad para el crimen sin límites. A éstos, tengan el cargo y la posición que tengan, también les llamamos, como cubanos que son, a que no se dejen arrastrar en la perversión.
Estas acciones y esta represión no son solamente contra el Movimiento Cristiano Liberación y los gestores del Proyecto Varela, sino son contra todos los cubanos. Se engañan aquellos cubanos que crean que sometiéndose, manteniéndose al margen o acatando las órdenes del poder, van a evitarse más sufrimientos que los que ya han pasado y están pasando. Por eso llamamos a todos los ciudadanos cubanos a la solidaridad, a no someterse por el miedo, a decir la verdad, a reclamar sus derechos pacíficamente. Así lograremos transformar este ambiente y este orden de represión, miedo e injusticia en un ambiente de derecho, libertad y fraternidad.
La Habana, 12 de Diciembre de 2005
Consejo Coordinador del Movimiento Cristiano Liberación
Oswaldo José Payá Sardiñas Ernesto Martini Fonseca Juan Felipe Medina Díaz
Minervo Lázaro Chil Siret Flavio Labrador Freige
CAMPAÑA CUBANA POR LA LIBERTAD DE LOS PRISIONEROS POLÍTICOS
"Acuérdate de los presos como si tú también lo estuvieras".
Hebreos 13-3